lunes, 16 de abril de 2012

28.

Siempre queriendo más, es un estado natural que desgasta y consume cada centímetro de mi cuerpo. Fueron las esperanzas que todos perdieron (incluyéndome), fue la confianza que se desvaneció en mis manos como el tiempo, fueron esos llantos que nadie escucho, fueron momentos y personas que faltaron, que se fueron para no volver. Arraigando motivos y excusas, esa sed de amor y compañía me empuja a querer más, a necesitar encontrarlo donde sea, de la forma que sea. Y llega un punto en que no importa cuanto duela, no importa cómo lo llamen ni cuan malo sea, llega un punto, una infracción en que lo bueno y lo malo se fusiona y ya no existe un limite, ya no existe una razón que separe una cosa de la otra, no queda un punto medio en el cual pararte a descansar, dejando atrás las presiones, sin poder escapar de la tristeza que puede ocasionarte esa necesidad, esas ganas, ese vacío que los sentimientos ya no pueden llenar.



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