domingo, 26 de febrero de 2012

26.

Nos quedan esas noches frías, sí, y ese indeseable dolor que poco a poco se come las fuerzas y quita las esperanzas de aquellos que creían que las cosas podrían mejorar, que las cosas cambiarian un día. Pensaban eso hasta que se vieron abordados por el dolor de la pérdida, por el sufrimiento que no para, por ese sufrimiento que nadie lo detiene, por esos recuerdos que nos invaden junto con aquellos que hoy ya no están. Esas personas que con su ausencia por poco no nos llevan por el mismo camino de oscuridad, por poco no nos llevan con ellos. Sin quererlo (porque no podemos elegirlo tampoco) perdemos los estribos de un barco que nunca fue nuestro. Lloramos, golpeamos las paredes, maldecimos, culpamos al cielo y el infierno por acabar con todo eso que amamos más en esta vida. No los queremos ni arriba ni abajo, los queremos aqui, a nuestro lado. Ya es tarde. Siempre que quieres darte cuenta de algo, termina siendo tarde. Tarde para solucionar problemas, para pedir perdón e incluso, para decir adiós.


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